Identidades urgentes, marca personal y pan caliente.
- Andrea Soto
- 7 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 9 may

Con la aparición de las marcas personales desde los 90 y el boom de las redes sociales desde los 2000, la reputación personal se ha convertido en la base del desarrollo profesional. Esto ha permitido restarle poder al mundo corporativo, dando paso a emprendedores con propuestas innovadoras, alineadas con propósitos más constructivos para la sociedad y el planeta. Sin embargo, también ha generado un desfile de marcas personales con la fórmula para alcanzar la felicidad inquebrantable, la solvencia económica, la ascención espiritual y el éxito total, con soluciones simples y rápidas a problemas complejos.
Otro aspecto relevante en este contexto de las marcas personales, es el crecimiento exponencial de los autores de autoayuda. Desde terapeutas hasta científicos, todos aquellos que han querido vender en grande, han tenido que dirigir su enfoque hacia este fenómeno. Pero, a pesar de que todo es felicidad y éxito en redes sociales, (además, de que el branding es mi trabajo), considero que el fenómeno de las marcas personales se ha transformado en un circo que produce grandes ingresos, pero que aleja a las personas de la posibilidad de indagar sobre sí mismas.
Aunque el desarrollo de marcas personales e identidades corporativas, pueda sonar como algo técnico o estratégico, en realidad es un proceso profundamente humano, lleno de preguntas filosóficas relacionadas a la identidad: ¿Quién soy? ¿Qué me motiva? ¿Cuál es mi misión? ¿Debo definirme desde lo individual o lo colectivo?. Estas preguntas podrían tomar toda una vida en ser respondidas, y aún así, las respuestas seguirán siendo inciertas. Sin embargo, los expertos en branding cuentan con fórmulas de storytelling simplificadas para responderlas.
Uno de los errores más comunes al crear una marca personal es asumir que las personas deben mostrarse de manera auténtica. Muchos creadores de marcas han olvidado el antiguo principio del teatro griego, donde la máscara era una parte esencial de la identidad del personaje, ya que permitía una conexión emocional profunda con el auditorio. ¿Acaso una marca no es también una puesta en escena? Gracias a mi formación en cinematografía, he incorporado este enfoque en mi trabajo, pero fue con mis estudios de Astrología Psicológica que comprendí lo complejo de la identidad; algunos aspectos de nuestra carta natal definen quiénes somos, mientras que otros influyen en cómo nos mostramos al mundo, dos facetas distintas que la conforman.
En nuestra agencia empleamos varias herramientas, clásicas y modernas: desde La poética de Aristóteles hasta las Ciencias Humanas, para la creación de marcas. No pretendemos comunicar una “identidad auténtica” —considero pretencioso intentar definirla de esa manera—, sino que creamos una narrativa que nos ayuda a comunicarnos y conectarnos con la audiencia. Los humanos, al fin y al cabo, solo somos una ficción que vive en constante cambio, y nuestra máscara es una representación útil para interactuar con el mundo sin perder nuestra capacidad de transformación y autodescubrimiento.
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